Que Armamento Se Utilizo En La Primera Guerra Mundial

En 1914, los contendientes concebían la conflagración como una guerra de movimientos, que adjudicaba un papel clave a la artillería de campaña como eficiente soporte del avance de la infantería. El mejor planteamiento correspondió al Prominente Estado Mayor alemán. No solo disponía de un mayor número de piezas por unidad, sino que también combinó la actualizada parte de artillería de 77 mm de tiro rápido con otras de mayor calibre y alcance, como las de 105 y 155 mm. Todas y cada una ellas eran de fácil transporte, lo que les dejaba proseguir el avance de las tropas.

Fueron los vanguardistas en el uso de armas químicas, su avance fue muy grande a lo largo de 1914 y 1918. Pero su empleo e importancia empezó a decaer, por la creación de las máscaras antigás. Ya que generaban un daño menor al soldado que alcazaba, y un efecto tóxico mucho más pequeño. El rifle del ejército alemán fue el Mauser Gewehr 98, sin duda fue superior a la mayoría de los de su época. “El bloqueo fue catastrófico para Alemania, pero de manera muy tardía” y pesó en la derrota final de los imperios centrales, al igual que el agotamiento de la población, que se encontraba doblegada a limitaciones de bienes básicos, empezando por los alimentos, dice el historiador. A lo largo de la Primera Guerra Mundial, la guerra por mar adquirió mucha importancia y se aceleró el avance de los submarinos, que se habían usado en guerras precedentes.

La iperita o gas mostaza fue el más mortífero de los usados en la guerra. Ipres fue nuevamente el escenario en el que Alemania probó esta arma química, pero su empleo suponía mucho más problemas que virtudes en el campo de guerra. Cuando el frente estaba bloqueado, los socios impedían el aprovisionamiento del imperio alemán (que disfrutó de una alguna connivencia de países neutrales como Holanda o Dinamarca para exportarle mercancías), más que nada en materias primas como el hierro, escenciales para continuar el ahínco de guerra. [newline]Los mayores éxitos los cosechó el U-35, con 226 hundimientos, la mayoría gracias a su cañón, que de los 75 mm iniciales se amplió hasta sus terminantes 105 mm. El Y también-11, por poner un ejemplo, hundió el acorzado turco Barbaros Hayreddin.

Las Consecuencias De La Guerra

La traumática guerra de trincheras llevó a los contricantes a hacer un vehículo blindado con la capacidad de cruzarlas, machacar las alambradas de púas y sostener a los soldados seguro de las ametralladoras oponentes. «Con el fin de mantener en misterio la fabricación de los primeros tanques, se notificó a los trabajadores que lo construían que eran simples aljibes para agua autopropulsados, Tanks, y de ahí deriva el nombre habitual de estos vehículos», contaba el coautor de «La Extendida Guerra del siglo XX» que los definió como «la novedosa caballería». El primero en irrumpir en un campo de batalla fue el Mark I británico que participó en la guerra del Somme. Después les llegaría el turno a los franceses Schneider CA y Saint Chamond y al ligero Renault FT-17, el primero con una torreta giratoria que dejaba una visión de 360 grados. Los alemanes también edificaron los suyos, los Sturmpanzerwagen A7V. El primer enfrentamiento entre tanques sucedió en el mes de abril de 1918. Con esto los alemanes aguardaban compensar el bloqueo comercial que los ingleses les habían impuesto y que podía sospechar la derrota alemana en la guerra por carecer de recursos.

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De la misma forma, se establecieron rigurosos programas que señalaban no solo los objetivos, sino también el ritmo de tiro y el género de proyectiles a utilizar. La obser­vación aérea iba a desempeñar un papel primordial al respecto, por el hecho de que, merced a las radios que se fueron instalando en las aeronaves, dejaba corregir el tiro de modo preciso e instantáneo. Construido en 2 variantes, macho (con cañones) y hembra , solamente sobrepasaba los 5 km/h, y sufría numerosos percances. Su bautismo de fuego tuvo lugar el 15 de septiembre de 1916 en el Somme. De los 49 vehículos que salieron, la mayor parte se averió, y pocos entraron en combate. Para incrementar su poder de destrucción, se inventaron tecnologías como el hidrófono para detectar la posición de submarinos con precisión.

Los suyos eran sumergibles económicos, capaces de sobrepasar el bloqueo a que el Reich se hallaba sometido y de infligir al enemigo pérdidas enormes. Su empleo produjo un extenso enfrentamiento, pues se temía que su actuación indiscriminada propiciara la declaración de guerra de países neutrales como Brasil o Estados Unidos. “Esta guerra fue un choque gigantesco” para los países implicados por el hecho de que hubo “un muestrario completamente enorme de tecnologías” y un número sin parangón de hombres implicados en las batallas y en la guerra de trincheras, enseña a Efe el historiador francés François Cochet. Su estructura estaba hecha de madera y alambre y recubierta de lona, raramente superaban los 100 km/h, carecían de frenos y armas y solamente tenían instrumentos.

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Sin embargo, en el momento en que la guerra de movimientos dio paso a la de trincheras, la rigidez de su tiro quitó aptitud a los cañones de campaña a favor de morteros y obuses, con disparo de trayectoria curva y cada vez de mayor calibre. Entre los mucho más conocidos fue el Enorme Berta, poderoso mortero de 420 mm capaz de lanzar un proyectil de 830 kg a casi trece km de distancia. Fue bautizado de esta manera en honor de Berta Krupp, heredera del imperio industrial responsable de él. Entre las piezas que mostró una mayor versatilidad fue el cañón francés de campaña de 75 mm (en España se lo conocería como “siete y medio”). Con un peso de 1.140 kg, su freno oleoneumático amortiguaba el retroceso, facilitaba el manejo y aumen­taba la cadencia de fuego.

El papel de la armada en la I Guerra Mundial no será reducido, ya que va a tener varias actuaciones, como la guerra submarina, pero al final no va a tener ese papel clave que todas las potencias aguardaban, singularmente ingleses y alemanes; estos últimos a lo largo de los años anteriores al enfrentamiento construyeron una importante armada que pudiese rivalizar con la inglesa. El almirante inglés de la reserva sir Percy Scott publicó en 1914 un artículo ponderando el muy importante papel que desempeñarían los submarinos en las batallas navales futuras. Varios lo tildaron de exagerado entonces, pero con el lapso de la Enorme Guerra tuvieron que mudar de opinión. Estas medidas no solo disminuirán los barcos hundidos por los alemanes, sino que también harán aumentar el número de submarinos perdidos por los germanos. La situación se complicará en el tercer mes del año de 1918, en el momento en que los aliados pongan mucho más barcos en funcionamiento que los que hundían los alemanes, ese año, la caída de los puertos austriacos de Cattaro y Pola en el Mediterráneo obligará a la retirada de los submarinos en ese mar. (Treviño, 2014, 310). A pesar de ello, en abril de 1917, la situación inglesa era muy peligrosa, la guerra submarina había dejado muy tocado al país, y en esas condiciones era cuestión de tiempo que se rindiese, con lo que los USA decidieron participar en la contienda del bando aliado, esta entrada se justificó en el hundimiento navíos mercantes estadounidenses.

El miedo del Káiser a perder sus naves convirtió aquella victoria táctica en una derrota estratégica. Después de los dreadnoughts llegaron los superdreadnoughts, con mayor desplazamiento y armamento mucho más poderoso. También los cruceros de batalla, que a la artillería de un acorazado sumaban mayor velocidad. Era a costa, eso sí, de un menor blindaje, lo que los hacía más atacables.

Establecieron un mecanismo de sincronización entre el movimiento de la hélice y los disparos de la ametralladora. Esta modificación les dio la supremacía temporal, pero todos la adoptaron pronto. Otro género de armamento usado por primera vez durante este enfrentamiento fue el gas venenoso. Era una de las armas mucho más temidas por los soldados, porque sus efectos eran muy dolorosos y podían durar horas.

Los submarinos dejaban a los alemanes superar el bloqueo y realizar asaltos sorpresa que con una flota clásico les hubiera sido irrealizable realizar. Al mes de estos acontecimientos, los submarinos alemanes U-9 y U-17 divisaron otros tres buques ingleses en la zona entre las islas Orcadas, las Sherland y Noruega. Los alemanes consiguieron hundir entre los barcos, al tiempo que los otros huyeron, el U-17 fue el encargado de proporcionarles caza, pero no lo consiguió, no obstante en su persecución se encontró con un barco mercante inglés, el Glitra. Este barco fue abordado y tras evacuar a la tripulación se hundió, siendo el Glitra el primer barco mercante hundido en la guerra. Dentro de esta carrera armamentística, un ámbito fundamental va a ser el naval, donde Alemania se embarcará en un costoso proyecto para hacer una armada que pudiese rivalizar con la inglesa.

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Podía alcanzar los 118 km/h, llevando dos ametralladoras y 4 pequeñas bombas. Inicialmente, la nueva arma fue rechazada “por desleal y poco limpia”, pero todas y cada una de las marinas de todo el mundo se dispusieron a ensayarla. La incorporación de los motores eléctrico y diésel, el periscopio y el torpedo automotor le dio su forma definitiva. El primer modelo, el Mk I, tenía una manera romboidal, tenía una chapa de unos ocho milímetros y llevaba el armamento en los lados por temor a volcar a raíz del desplazamiento del centro de gravedad.

Se hicieron más veloces, mejor armados y maniobrables, si bien la situación de la tripulación no mejoró mucho, sobre todo pues su tamaño los transformaba en fácil propósito de artillería oponente. Una densa mezcla de monóxido de carbono, vapores de aceite y comburente, mucho más el humo de los cañones, hacía el aire irrespirable. El estruendo de los disparos embotaba cabeza y oídos, y la temperatura, que podía lograr los 50 ºC, llevaba a ciertos hombres a desmayarse. Era un arma protectora, pero la necesidad de contar con una mayor capacidad de fuego en los ataques forzó su evolución.

¿qué Armas Se Usaron En La Enorme Guerra?

En 1884, sir Hiram Maxim inventó un mecanismo que con­vertía la ametralladora, ahora de un solo cañón y alimentada por una cinta continua de balas, en un arma más ligera y segura. El ingenio aprovechaba la fuerza de retro­ceso para expulsar el casquillo empleado y sustituirlo por uno nuevo, lo que permitía una cadencia de tiro mayor. Prontísimo se vio en la Enorme Guerra que los sumergibles, que habían sido usados de forma exitosa antes como arma, iban a desempeñar un papel fundamental en la contienda. Para Barbastro, era ya «un hecho indiscutible que no va a haber en lo futuro un programa lógico de creaciones navales sin que en él figuren un número proporcional y adecuado de submarinos, que van a tener tanta mucho más importancia cuanto mayor sea su radio de acción».